martes, 12 de julio de 2011

EL TEATRO HEGEMÓNICO


Pese a que goza de una singular popularidad (69% según CEREC), quienes estamos relacionados directamente con la cultura y el teatro sabemos que Cruz Coke no ha hecho mucho más que desarticular la escueta institucionalidad cultural del país y reformular los principales programas de creación y circulación de obras teatrales.  Al menos en el área de teatro, no hay programas, cada vez hay menos recursos y ni si quiera hay coordinador de área.

Parece ser que la principal política cultural de la nueva forma de gobernar es ignorar la política cultural existente y a través de sucintos gestos, instalar el discurso hegemónico que fomenta la cultura de masas y defiende la estética por sobre los discursos.

El que se desarticule el programa de dramaturgia nacional o se privatice el programa Chile Barrio, es totalmente coherente con las políticas culturales que podría concebir un gobierno de derecha, pues a través de estas gestiones, merman la expresión crítica y controlan sus niveles de expansión.

Sin embargo, más que nunca se me hace fácil reconocer en la oferta teatral los planteamientos políticos tras las compañías, que van dando cuenta de cómo esta rama del arte reacciona frente a la realidad y cumple finalmente el rol de espejo social.

En un momento crucial de la historia chilena, cuando un presidente elegido democráticamente tiene menos aprobación que la gestión de un dictador, el teatro explota la cartelera con una gran oferta de trabajos, los que sin duda dan cuenta de la polarización política del país: hay unos reaccionarios, y otros que no están ni ahí.

Mientras la facción más comercial de teatro, empotrada en el eficiente discurso capitalista del entretenimiento, sigue su cause normal; aparecen con fuerza otros dos tipos de discursos supuestamente antihegemónicos: uno profundamente contestatario y uno que cuestiona a la familia.

Al menos cinco obras de la cartelera top actual abordan el problema del regreso de un miembro al núcleo familiar, representando el conflicto de la creación de lazos. El amor filial, la constitución de la identidad y lo privado aparecen con fuerza sobre dramas bien actuados y limpias puestas en escena.

Por otro lado vienen obras como “La Mala Educación”, “Los Santa Martistas” o “El Pueblo Contrataca”,  producciones independientes vinculadas con los problemas políticos actuales, críticas del sistema y con un duro nivel de realidad. Obras molestosas instaladas sobre bellos dispositivos escénicos, que dan cuenta de creadores despiertos con pensamiento crítico.

Sin embargo, es peligroso utilizar una herramienta política como lo es el teatro, para no dar opiniones políticas, porque ese “no estar ni ahí” es también una construcción cultural de la hegemonía.

Por el lado del gobierno, es el propio Ministro quién da el ejemplo del enfoque cultural oficialista a través de su faceta de cuenta cuentero en la inauguración del FAM FESTIVAL, el primer festival dedicado a la familia. La temporada invernal resulta ser la excusa perfecta para orientar las expresiones culturales hacia consolidar el núcleo más básico de la sociedad, fomentando por ello festivales de teatro infantil y auspiciando espectáculos que profundicen en esos temas.

Si el teatro ayudara a consolidar el sentimiento de descontento en relación a los problemas de lacomunidad, el público encontraría en él el reflejo de su propio malestar, despertando sentimientos de solidaridad social que son ajenos a los intereses del sistema que impone la hegemonía a través de la ambición y la propiedad privada.

Cuando lo que se fomenta es la familia, se está utilizando un artilugio moral para fortalecer la división de la comunidad, usando la famosa estrategia maquiavélica de “dividir para gobernar”. Si a la par se suprime la dramaturgia nacional y se privatizan los principales programas de itinerancias artísticas, el gobierno se desentiende fácilmente del minúsculo problema del teatro, otrora bastión de la resistencia artística, e instala un discurso moral como alternativa al teatro comercial, el que también responde, lo quiera o no, al discurso hegemónico.

Es importante que el arte cuestione el discurso oficial y apoye los movimientos sociales, porque si no, perece en su sentido de agente trasformador. 
En estos momentos Chile esta viviendo una profunda crisis,  impulsada por la mala y corrupta gestión de politiquerillos que no representan a nadie, la que sin duda desembocará en una serie de cambios sociales que harán de este país un lugar mejor.

Si Hidroaysén ha hecho al pueblo despertar, que el fútbol nos de la alegría y el teatro la luz suficiente como para no volver a quedarnos dormidos.
Hagamos teatro con contenido.



jueves, 5 de mayo de 2011

Vuelvo a la dirección.

EL NACIMIENTO DEL JUGLAR 
Primer Ciclo de Cortos 
Casa-teatro 
La Concepción.

12, 13 y 14 de mayo a partir de las 20 hrs.
Lira 1149 (esquina av. Matta)
Entrada general (para todos los cortos) $3000 pesos.


Reservas a: 
teatrolaconcepcion@gmail.com
Cupos Limitados.

Interpreta Paolo Marisio.
Adaptación y puesta en escena: Kjesed Faundes





Con un misterio bufo que es un llamado de atención a los actores sobre el rol de nuestro oficio, vuelvo a la dirección. EL NACIMIENTO DEL JUGLAR se presentará en el marco del Primer Ciclo de Cortos Teatrales de teatro La Concepción, este 12, 13 y 14 de mayo próximos.

Un misterio bufo es algo así como un episodio bíblico o algún pasaje milagroso relacionado con la vida, pasión y muerte de Jesús, pero contado desde una perspectiva no eclesiástica. Parte del mundo popular del medioevo y principalmente del Renacimiento, eran los juglares quienes contaban estos cuentos, ironizando sobre el presente, la iglesia y la contingencia política y social del momento.
Su principal recopilador es el premio Nobel Darío Fo, quien dice que “para el pueblo el teatro ha sido siempre el medio principal de expresión y de comunicación; pero también de provocación y de agitación de ideas”. El teatro era el periódico hablado y dramatizado del pueblo.
Tomando como base esa premisa, más el gustito por el teatro popular y la comedia del arte, nuestra realidad chilena y por supuesto, nuestra propia realidad artística, les presentamos a ustedes esta versión de “El nacimiento del juglar”, como un llamado de atención a los actores a cuidar un poco más de nuestro oficio.


NO FALTEN!!!



sábado, 16 de abril de 2011

Que viva el Teatro Popular

Definir como estilo aquello que parece ser tan inherente al teatro, el carácter de “popular”, responde a la necesidad de diferenciarse del modelo elitista que segregó a las artes de su pueblo, y que hasta el día de hoy, se legitima en parte gracias a los modelos económicos que transforman la cultura en bienes y servicios de consumo, destinados al entretenimiento de masas.

El teatro popular vive en la comunidad. Responde a sus formas de expresión, representa sus puntos de vista, se encuentra con las manifestaciones de la tradición y desarrolla un discurso político coherente con la masa a la que  representa, con la que dialoga en un mismo lenguaje. No le rinde pleitecía a la hegemonía y le habla al público mirándolo a los ojos, involucrándolo como parte escencial de una experiencia que va más allá del hecho artístico.

Pese a que en terminos cuantitativos ambos apuntan a grupos masivos, el concepto de "comunitario" parece la antítesis de lo que representa para nuestra sociedad el concepto "pop" inferido de la cultura de masas. Mientras lo comunitario necesita de un grupo humano para desarrollarse, la cultura de masas ofrece un panorama listo para ser consumido, sin necesidad de incluir a esa gran masa en su desarrollo y con el peligroso poder de decidir e instalar constructos ideológicos en la mayoría.

Es al alero del primer concepto que el teatro popular va creando su propia trascendencia y fidelizando sus audiencias. Y es en esa relación directa con el público, en el contacto visual, en el uso de los espacios públicos, en la libertad de pensamiento, etc. donde anida la esperanza de que el teatro vuelva a ser una herramienta comunicacional masiva, que logre provocar los anhelados cambios sociales.







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Festivales estivales: el regreso de La florida es teatro

Cuando yo era chica, había dos semanas en las que nos plantábamos afuera de la Municipalidad de La Florida desde las 4 de la tarde para hacer la cola y entrar de los primeros a La Florida es Teatro, un festival popular, gratuito y de excelencia donde presencié espectáculos teatrales impresionantes como “El Húsar de la Muerte” o “Nemesio Pelao que es lo que te ha pasado”, la dramaturgia de Juan Radrigán, y con el paso del tiempo, algunos trabajos de compañías callejeras y de nuevo circo que, apiadados de los  miles de jóvenes que dábamos vuelta a la muni durante toda la tarde, llegaban con maletas y estructuras a hacer espectáculos para hacer más agradable nuestra espera.

            Con el cambio de alcaldía, para ser más precisa, cuando llegó la UDI a la alcaldía, este festival salió del municipio, se instaló en un mall, había que retirar las entradas con una boleta de compra de alguna tienda y la parrilla programática anunciaba espectáculos como “El pene me da pena”, “Los monólogos de la vagina”, “El bueno, el malo y el chico” y otros de esa índole que incluían a reconocidos actores nacionales, tales como Hotuiti, la señorita Jeannette, la licenciada Tetarelli y algún otro rostro de tv… El festival se fue a la mierda, pero para efectos de balances de oferta cultural dentro de la gestión municipal, el festival seguía siendo un éxito.

            Este año, y sin duda gracias a la administración de un alcalde actor, el Festival cambió nuevamente de giro. Su masificación volverá a repletar un espacio municipal: el estadio bicentenario, y en cuanto a la programación, el giro vuelve a posicionar espectáculos de esos que hacen pensar y emocionan con más que un discurso fácil sobre el sexo, una mina rica o una comedia liviana a lo Teatro en CHV.

            Y es que cuando hablamos de “cultura” la diferencia entre la izquierda y la derecha es abismal. Mientras para una importa la diversidad y garantizar los accesos, para la diestra importa la masa, el negocio y que la gente se entretenga con algún producto cultural derivado de la gran industria que manejan: la televisión. Es así como confirman la hegemonía y como mantienen a la opinión pública controlada, entretenida y ansiosa de seguir consumiendo los productos propios de la cultura de masas. En ese sentido la cultura de la derecha es peligrosa.

           Galeano cuenta un cuento bien bonito sobre la función del arte, donde dice que escencialmente éste debe "ayudar a mirar", ayudar a descubrir, a pensar, a crear, imaginar... nada de eso se logra reafirmando los discursos y los falsos ídolos que la caja idiotizante posiciona día tras día en la comodidad de su hogar.  Y por eso es muy importante que al menos una vez al año, en el llamado "mes del teatro",  en una de las comunas más populosas del país, este festival de teatro recobre una programación diversa y artísticamente valorable, se instale en un espacio "público" y siga atrayendo a un gran número de espectadores, principalmente porque no es lo mismo decir “vamos a ver a Hotuiti” que “vamos a ver Hamlet” .

Lo que no me gusta de la gestión cultural

Si hay algo en estos dias que me roba los pensamientos y el tiempo, es la gestión de proyectos culturales.
Cómo mierda conseguir financiamiento para montar las obras de teatro y cúal podría ser un buen modelo de negocio para una compañía de teatro emergente y dedicada al teatro popular.

Es entonces cuando la figura del gestor cultural aparece en gloria y majestad, como un angel iluminado que sabe los recovecos de la ley Valdes, rellena los formularios con sólidos argumentos y tiene una abultada agenda de contactos. Y veo a mi alrededor un sin fin de ofertas de  posgrados en gestión cultural y comprendo que su rol rápidamente se convirtió en el egranaje escencial para el ejercicio de los creadores.

Pero no debería ser así.

Como a mi no me gusta la gestión, decidí conseguirme a alguien.
Un gestor me cobra entre el 10 y el 15% del total del proyecto, sin importar que el item honorarios para los actores (en este caso 8) con suerte supere el 50% de los recursos requeridos. Entonces el gestor gana 3 veces más que cualquiera de los artistas, siendo el gestor un técnico y el actor un profesional.

Entiendo la gestión como una pieza fundamental del engranaje, pero no la escencial. Lo importante aquí es la obra que el artista realiza, no el técnico que se encarga de vender o desarrollar el proyectos.
Sé que la gestión cultural va más allá de eso, pero tengo la certeza de que si equiparamos los roles entre lcualquier dupla de profesionales con técnicos,  es la figura del gestor la que debiera ocupar el lugar del técnico y sin embargo, hay cierta contradicción en que se valore más que al mismo profesional, que se vuelva una pieza fundamental  y que se estudie a nivel de maestría, siendo una carrera evidentemente técnica.

Esto de las industrias culturales y los proyectos desarrollados según planificaciones gantt, a mi no me gusta nada. Soy una artista profesional y creo que mi tiempo y mis pensamientos deberían estar enfocados en delirar sobre mis personajes, aprenderme mis textos y soñar con ese escenario en el que quiero actuar, en vez de estar de nuevo llenando formularios con detalles técnicos o pensando en conseguirme un gestor que finalmente ganará más plata que yo al vender mi propio proyecto.

El teatro y el público, reflexiones a partir del teatro popular.

La gente y los globos con caca.
En un país en que el consumo de teatro disminuye dramáticamente año tras año, en que las artes escénicas no se consideran parte esencial de la vida social y en el que hay una gran cantidad de oferta pero muy poca demanda (para hablar en los términos adecuados a nuestros tiempos), se me hace necesario reflexionar en torno a la función del teatro y a la relación entre los creadores y sus espectadores.

La gente, lo que podríamos llamar el público general, se queja de que el teatro es fome, distante, enredado o simplemente malo. Y esas son las principales razones por las cuales nuestro público prefiere quedarse viendo televisión en la comodidad de su hogar o gastar el presupuesto de una entrada al teatro en copete durante el fin de semana, en vez de arriesgarse a ir a un lugar sin tener la certeza de que la experiencia que va a vivir, será algo enriquecedor para el alma.

Prejuicios o no, hay que asumir que durante un buen tiempo en Chile el teatro experimental, y principalmente el teatro joven, se tomó los escenarios abundando las puestas en escena complejas, herméticas, raras y distantes, lo que sin duda, contribuyó a masificar estos prejuicios.
Hoy la cartelera actual ofrece panoramas diversos, pero el borderaux de las salas refleja que en su gran mayoría, el público que va al teatro pertenece o está relacionado de alguna manera al circuito teatral: son actores, amigos y parientes de actores, estudiantes de teatro y otros relacionados con el desarrollo mismo del fenómeno teatral. La gente común y corriente no va al teatro masivamente y en gran medida esa responsabilidad la tenemos los creadores.

Tenemos ganas de experimentar,  pero si no tenemos público, ni fama, ni el prestigio suficiente, ni prensa, ni presupuesto, ni espacio y sólo tenemos las puras ganas, tal vez debamos re pensar nuestros lenguajes y acercarnos un poco más al origen del teatro, a ese que se hacía de manera tal que se consideraba un espacio popular, que generaba opinión pública y que transmitía historias con el fin de entretener y educar o provocar a un espectador que gustaba del teatro, que salía de él con una sensación de encantamiento, de felicidad y de catarsis.
El teatro de hoy rara vez le habla a la gente en su lenguaje, pocas veces utiliza sus códigos, genera espectáculo y entretiene enseñando sin tanta parafernalia multimedia o elaboradas metáforas escénicas con globos con caca.

No digo que no sea interesante o necesario investigar en las posibilidades del escenario, ni tampoco que la metáfora sea mala, pero debemos ser concientes que sin el espectador nuestro oficio no existe, y nuestra responsabilidad en la formación de audiencias parte por crear espectáculos  que hagan que el público se re encante con el teatro y no que le asuste.

Sin duda  hay una responsabilidad grande en las escuelas de teatro, que saturan de profesionales un mercado que no tiene posibilidad de expandirse y que enseña tendencias de vanguardia como los principales lenguajes de las artes escénicas, sin contemplar que corresponden a momentos de investigación en lugares y tiempos sumamente diferentes a los del Chile actual. Es triste que en muchas mallas curriculares no exista la comedia del arte y que no hayan ramos vinculados al teatro popular, porque no se enseña la fiesta que es inerente al teatro.
El público de ayer.
El público que asiste hoy al teatro fue educado para respetar el escenario. Muchas veces teme expresarse, censura a quién se ríe y cuida sus aplausos. Rara vez se va si la obra le parece aburrida y es casi inimaginable que un espectador llegara a lanzar un tomate al escenario, tal y como se hacía hasta el siglo XIX.
Lo más cercano a un público activo se encuentra en el circo, con sus maravillosos aplausos que arengan para que
comience la función.
¿Qué sería de un actor que no consigue sacar risas o lágrimas del público?; qué tristeza esos aplausos por cortesía o educación; que fomedad más grande salir del teatro con desgano, con lata y diciendo, “em, si, era buena… me pareció interesante”.
Pero no siempre fue así.
Como decimos los que defendemos la historia en las aulas escolares, es necesario revisarla cada vez que queremos aprender de nuestro pasado para mejorar nuestro futuro, y hay varios hitos en la historia del teatro que han hecho de este arte, muy a grueso modo, un espacio de la elite teatral que no permite la expresión del público.

El teatro nació al alero de festividades religiosas con el fin de provocar catarsis (liberación) y anagnórisis (reconocimiento) en la gente. Era un fenómeno popular, masivo y ciertamente festivo. Algo así como un show de U2, donde la gente llora y canta y sale feliz después de haber vivido “toda una experiencia”.

En los tablados del primer teatro shakesperiano, los actores, en esa época considerados parias sociales y exiliados por la ley de la legua, se exponían a ser abucheados y atacados por tomates podridos si no cumplían con el principal objetivo del teatro: entretener (que según profundiza Brecht en sus estudios posteriores, no se refiere al divertimento, si no a aquel tiempo entre el cual el público presta atención al espectáculo – “entre-tensión”).
El artista debía lograr cautivar, y del teatro se salía con la sensación de encantamiento más que de interés o novedad.
El público se apostaba a los pies de los actores, les apagaba las velas que hacían las veces de candilejas y le miraba las piernas a las primeras actrices de la historia. Si había una escena injusta, el público gritaba: libérate!, si el romance se concretaba en un beso, el público aplaudía; si los héroes luchaban hasta la muerte, el silencio culminaba en lágrimas y en aplausos; si salía un bufón y no te hacía gracia, volaban los tomates.
Más allá de que no existiera la tele en esos tiempos, el teatro en Grecia y hasta bien entrado el siglo XVIII tenía varias diferencias con lo que conocemos como teatro hoy en día.
Una sucesión de innovaciones técnicas e ideológicas, alejaron progresivamente al público de los tablados, iluminaron de manera distinta las salas para darle más importancia al escenario y desarrollaron estilos actorales que hacían del espectador un intruso en la escena. Ya no se arrojaban tomates, el artista cobró una nueva dimensión social y el teatro se volvió experimental. ¿Pero cuándo se olvidó de contarle historias al público?

El primer hito: el precipicio místico de Wagner.
Siguiendo la línea de Gottfried Semper y Adolf Appia, Richard Wagner introduce alrededor de 1850 profundas innovaciones en cuanto a la arquitectura de los escenarios para la ópera, que fueron rápidamente absorbidas por el teatro.
La oscuridad de la sala durante la representación y la creación de un espacio vacío entre el escenario y el público, denominado “precipicio místico”, hacían resaltar la escena y son las primeras modificaciones que dificultan el contacto visual entre el espectador y el actor.

Stanislavsky en los mismos años, comienza a desarrollar su método de actuación, el que incluye la creación de una cuarta pared imaginaria entre el público y el actor para dar la sensación de intimidad y naturalismo a la escena, convirtiendo al espectador en un intruso de la vida de otros.

Ya en el siglo XX aparecen las vanguardias, absolutamente influenciadas por la masacre de las guerras mundiales, que exponen el dolor y comienzan a investigar y experimentar en otras posibilidades de expresión, con un nivel más elevado de metáforas, pero casi al mismo tiempo, el teatro y el arte en general comienza a reaccionar frente a estos cambios, como si un instinto advirtiera que esta relación distanciada entre el artista y su público pudiera dejar de ser una moda para convertirse fatalmente en un canon a futuro.
Así llega Pirandello y sus intervenciones meta teatrales, en las cuales instala actores como espectadores que reclaman en contra de la escena, y por supuesto Brecht, donde curiosamente el llamado “Distanciamiento Brechtiano” fue la última investigación técnica de gran importancia que acercaba al espectador con el fenómeno teatral, alejándolo de la emoción de la anécdota para volverlo conciente del discurso que la obra entregaba. Este distanciamiento se asemeja en parte a los “apartes” del teatro clásico, que con canciones o carteles, daba a entender y sobre entender las ideas revolucionarias del comunista Bertolt Brecht.

No pienso que las grandes revoluciones del teatro a lo largo de la historia no sean valorables, pero creo que en el actual estado del teatro chileno deberíamos mirar un poco más hacia atrás, por sobre todo en la relación del publico. Porqué estos cannones son determinantes en la escena actual, si rápidamente pasaron de moda y los antecedía una historia mucho más exitosa. Qué formación de audiencias podemos tener si el publico popular, la gente, no entiende, se aburre o simplemente prefiere ver tele. Porque no miramos ese teatro que se hacia a luz prendida, con la gente colgando del escenario, riéndose de los “tontos” que actúan en los días de fiesta, viviendo una catarsis colectiva mientras se entretienen y aprenden con las historias de otros seres humanos iguales a ellos, más virtuosos o más ridículos, encarnadas por el actor.

Atreverse a decir cuando una obra de teatro no le gusta o le aburre, atreverse a irse, a exigir que el espectáculo entretenga, es el primer paso.
El teatro no es un templo.
El teatro nació como una fiesta popular. Dejémoslo crecer.

Defensa de la comedia del arte: ¿por qué impartirla en escuelas de teatro?



Los alumnos de tercer año que ya han visto realismo, expresionismo, teatro clásico, Brecht, Artaud, etc., etc., etc., casi siempre llegan a Comedia del Arte con un profundo desgano: algunos temen porque nunca han improvisado y lo poco que saben del estilo es que es un teatro de máscaras cuyo texto se improvisa. Otros llegan reclamando y cuestionando el porqué se les enseña algo tan pasado de moda, tan añejo, sin ninguna contingencia actual, de “museo”. Y otros simplemente llegan porque así lo determina su carrera en la línea de movimiento a continuación de pantomima.

Nadie les ha explicado qué es la Comedia del Arte y porqué es necesario experienciar en ella. Y si lo han hecho, ha sido desde la línea teórica de las mallas curriculares que la mencionan dentro de la historia del teatro, pero jamás la han asociado a fenómenos como el Chavo del ocho, los dibujos animados o el carnaval.

Ciertamente la comedia del arte es un estilo añejo. Más bien un estilo en extinción y mejor aún, ajeno. Difícilmente habremos visto un espectáculo del estilo o comprenderemos qué significa Colombina si vivimos en Chile, a años luz de la provincia italiana que dio origen a este fenómeno y a varios siglos de evolución histórica que nos distancian con las problemáticas renacentistas.
Quizás lo único que nos haga sentido de la comedia del arte es que uno de sus grandes aportes al teatro mundial sea el haber convertido a los bufones y las prostitutas del Renacimiento en actores profesionales. Pero cabe preguntarse entonces ¿por qué enseñarla? Y más aún, ¿por qué aprenderla?

¿Que es la Comedia del Arte?
Un estilo de teatro renacentista es la respuesta obvia.

Pero ¿qué significa eso???

Vamos por puntos:
Un estilo de teatro responde a una determinada forma de hacer teatro, que es la concretización de ideas (conceptuales y estéticas) que a su vez son consecuencia de una determinada visión de mundo o cosmovisión.
Así por ejemplo, tenemos el nacimiento del expresionismo como movimiento artístico, que en el teatro se plasmó con una fuerte gestualidad, con quiebres al actuar, sin unidades de tiempo y que nació al alero de la II Guerra Mundial. Otro ejemplo es el teatro realista, basado en el texto, en una actuación emotiva, con un desarrollo psicológico de los personajes, que alimenta nuestro voyerismo a través de la cuarta pared y del respeto de las unidades aristotélica (nuestro querido y también “añejo” Stanislavsky).

En la comedia del arte confluyen aspectos de varios estilos. Es tan añeja que influenció la expresividad expresionista, la imaginación surrealista, los conflictos shakesperianos, los quiebres emotivos, el distanciamiento brechtiano, la verdad stanislavskiana, etc. Pero eso mismo constituye parte importante del problema. Si es tan amplia ¿Como podemos definirla en términos estilísticos?

Primero hablamos de máscaras:
Se utilizan máscaras. Casi todos los personajes son enmascarados porque son alegorías. Las máscaras se asocian a arquetipos humanos, que han existido siempre y nunca dejarán de existir, por lo que son de fácil recepción para el espectador y facilitan su reconocimiento social. Al ser caracteres exagerados requieren de una determinada corporalidad y provocan gracia, porque parecen seres de otra especie, ridículos y que adquieren vida propia.
Las máscaras no son exclusivas de la comedia del arte, encontramos los mismos caracteres asociados a las máscaras griegas, a las del teatro Noh, del Balinés y hasta del clown ( “una nariz que desenmascara”) pero también fuera del aspecto teatral. Encontramos máscaras en danzas tradicionales latinoamericanas, africanas y asiáticas, en rituales mapuches, festividades europeas y en cada carnaval o fiesta tradicional.
A través del trance que inducen “se reasoman los demonios, los rostros inmutables, inmóviles, estáticos, que se encuentran en las raíces del teatro” (dice Georgio Strehler, ex director del Piccollo Teatro de Milán) y que permiten una comunicación misteriosa con otra parte de uno mismo.

Luego hablamos de improvisación:
Solucionar problemas, actuar sin premeditación, hacer algo inesperado o sin pensar.
Improvisar es básicamente HACER.
Ni siquiera se pide ser acertivo, sólo se pide hacer.
La comedia del arte se basa en la acción. Los personajes arquetípicos ACTUAN y casi siempre se equivocan en sus acciones porque sus intenciones están determinadas por su carácter y no por el sentido común (son personajes de comedia).
Se trabaja desde el personaje y desde las relaciones que estos generan, pero principalmente, desde el juego, llamado "lazzi".
La gente le teme a improvisar porque teme equivocarse, pero nadie se equivoca en los juegos, a lo más se pierde y siempre se puede jugar de nuevo.

Es Renacentista:
La Comedia del Arte nace en el quiebre de la edad media (1550) de parte de aquellos juglares que habían investigado en los Misterios Bufos medievales.
Italia no era como ahora la conocemos. Estaba dividida, mal organizada y con una profunda falta de fé. El Renacimiento, si bien enaltece al hombre, fue un movimiento cultural muy religioso y lo que se quebró fue respecto a la Iglesia como institución que administra una doctrina y no a la relación que el hombre establece con Dios, que finalmente es lo que consideramos como religión.
De las fiestas tradicionales de cada pueblo nace un arquetipo enmascarado y de las nuevas tendencias socio-económicas imperantes (en el renacimiento nace lo que hoy llamamos “libre mercado”) nace la critica social que está innegablemente ligada a la comedia del arte.
Sin ir más lejos, la relación principal es la del amo y su sirviente; y la inclusión de la mujer en las tablas por primera vez, se debe a reglamentos que establecían que toda aquella persona considerada como escoria social (deformes, actores, ladrones y prostitutas) tenían que vivir a una legua de los centros urbanos (Ley de la Legua).
El movimiento nació en el Renacimiento como una protesta contra él, contra un nuevo “sistema” que cambiaba a Dios por el dinero.
Un ejemplo claro es Dottore, quien nace en Bologna como sátira de los primeros ilustrados universitarios, que a partir de la creación de la primera universidad europea en esa ciudad, podían ejercer de matazanos si nunca haber visto un cuerpo, gracias a un certificado de título.

Es callejera:
Las plazas medievales (e incluso antes) y las ferias eran verdaderos centros sociales. El espacio público era considerado como un espacio cultural donde convivían las artes, las religiones, los pensadores, etc., y se creaban diálogos de todo tipo. Era el escenario perfecto para debates y obras de teatro de corte contestatario.
Los espacios teatrales propiamente tales eran burgueses (recordemos al Rey Sol sentado en su propio escenario vestido de sol mientras Moliere y su compañía interpretaban sus comedias), ligados a los nobles que contrataban compañías para sus fiestas particulares. E
l espacio público era el espacio de la cultura popular, donde la gente celebra el mundo al revés y donde se asienta la opinión pública.

Es comedia!
Alta comedia. Se cree que incluso deriva de la comedia erudita y se cita a Plauto cuando hablamos de ciertos personajes, pero lo importante es que es comedia.
Según Aristóteles, la comedia se caracteriza por “ridiculizar lo feo” y según Bergson, la risa “apela a la inteligencia de los hombres”, siendo más cercana a la anagnórisis que a la catarsis.
La comedia del arte utiliza recursos cómicos y personajes arquetípicos, que a través de historias muy simples, basadas en los personajes más que en la importancia de los argumentos, hablan de los vicios humanos que nos causan gracia con sus estupideces y nos permiten evidenciar y enjuiciar nuestros propios defectos: egoísmo, soberbia, sabiduría, avaricia, vanidad, enamoramiento, etc.

Es tradicional y critica:
Al hablar de tradición estoy hablando de una manera distinta de relacionarse con Dios.
El uso de máscaras y del espacio público está relacionado intrínsicamente con el Carnaval, una instancia festiva donde los roles se invierten: es el siervo el que reina, el feo el más admirado, el tonto el más ingenioso (“el mundo al revés, abajo la cabeza y arriba los pies”. LEAR, traducción de Nicanor Parra de la obra de Shakespeare).
Podemos decir que el teatro es un carnaval, porque desde el momento en que el espectador asiste al espacio consagrado para la representación, es él quien comienza a mirar y el que aplaude al tonto. Fuera de ahí, los tontos somos nosotros que observamos las conductas humanas para nuestra próxima función (y somos tan tontos que además pretendemos que nos paguen por ser creativos)
La Comedia del Arte juega al carnaval porque nace desde allí y utiliza elementos sagrados, como las máscaras, para su representaciñon del hombre.
Un actor clama justicia, denunciándola con la imagen de la injusticia de la realidad. Lo que sucede, catarsis y/o anagnórisis, también es sagrado.
El aspecto festivo y carnavalazo tambien le permite a la comedia ser mordaz en su crítica. Como los personajes, al estar enmascarados, no corresponden a la realidad de los hombres, se les permite hablar y criticar a la sociedad sin tapujos, y tal como dice el Misterio Bufo “NACIMIENTO DEL JUGLAR” recopilado por Dario Fo, “no es sino con la risa que al patrón se va desnudando” (…)

Es una gran herramienta para el actor:
Además de ser una visión para redescubrir el teatro, en términos actorales la comedia del arte plantea el gran desafío de crear e interpretar a la vez.
Solucionar problemas, relacionarse y crear humor en escena sin guiones previos, a partir únicamente de lo que el actor pueda hacer con su voz y con su cuerpo, es un ejercicio que desarrolla al máximo las capacidades actorales.
Innumerables técnicas se conjugan (pantomima, danza, cantos, acrobacia, etc.) y dan origen a un espectáculo de gran belleza, honestidad, frescura y gracia, lleno de vida y de alegría que no necesita de grandes requerimientos técnicos, solo un ”espacio vacio, un actor y alguien que lo mire” (Peter Brook)


Luego de todo esto cabe preguntarse si la comedia del arte es o no añeja, si no tiene ninguna relación con la actualidad y si no vale la pena experienciarla, porque además para los actores es un ejercicio de gran frescura y un gran desafío lograr interpretar un personaje arquetípico, crear humor y desarrollar la dramaturgia en un espectáculo.
El porqué se inserta en la línea del movimiento es cuestionable, y creo se debe a la necesidad técnica del uso de máscaras, que requiere una plasticidad física y una orientación menos intelectual para desarrollar los juegos. Pero el sacarla de las mallas curriculares, sería hacer un atentado contra la propia cultura popular, que mal que mal, influyó en tres siglos de teatro exitoso. 

Personajes de la Comedia del Arte


PANTALEON:
Il Magnifico es el arquetipo del viejo avaro: arribista, piensa que todo puede comprarse y venderse con dinero aunque nunca lo quiere gastar. Siempre hace creer que es pobre y lo devora el deseo de hacerse rico y de casar a su hija con un hombre adinerado. Lujurioso aunque impotente, está enfermo y sufre al no poder ser amado. Se asocia al invierno por su precario estado de salud y su incapacidad de procrear. Proviene de Venezia y se trabaja con la imagen de un águila.

DOTTORE
Representa al que sabe, que es feliz de saber y de enseñar sus ciencias. Relacionado a los libros (doctor de doctorados más que de medicina), representa a aquellos que dicen saber y no saben nada. Su verborrea denuncia su limitado conocimiento y su gran barriga demuestra que más que el intelecto cultiva su sibarismo. Trabaja con la idea de un chancho y su motor es la guata. Proviene de Bologna y "es el personaje que mas habla pero que menos dice" de la comedia.

CAPITAN
Heroe militar generalmente español, es aquel que habla de sus éxitos en batalla y en amores pero arranca hasta de su sombra. Paranoico, asustadízo y cobarde, representa al fanfarrón. Siempre imitando a los héroes, elaborando estratégias y seduciendo a las mujeres, se transforma en una gallina ante cualquier eventual peligro.

TARTAGLIA
"El que tratamudea". Representa al tímido, que se corta hasta para hablar. Generalmente es el notario o juez que llega a resolver los enredos, disfruta en secreto del oporto y se queda pegado en las sílabas más cochinas de las frases.
Es un ñoño que se estresa con facilidad y que trata de buscar en el conocimiento un resguardo, pero no puede porque ante el público sufre de ataques de pánico.
Su imagen es la de una tortuga.

ARLECCHINO
Responde al arquetipo del niño. Es un astuto sirviente (segundo zanni), cargador de los muelles de Bérgamo bajo, siempre hambriento, al que le gusta jugar, que pasa de la tristeza a la felicidad con gran facilidad y que por su ansiedad siempre genera enredos. Es vital, ágil, activo, ladrón si es necesario, básico (comer, dormir y amar son sus motivaciones principales) y fiel a su amo.
Se trabaja con la idea del gato o del mono.

PULCHINELLA
Responde al arquetipo del feo y es heredero de la tradición del bufón. Jorobado hedonista, disfruta con ser el más feo y asqueroso de los sirvientes. Es flojo, glotón y desprecia a la humanidad, aunque se conmueve con facilidad. Siempre risueño y salamero, trabaja con la imagen de una pulga o de una rata.

BRIGUELLA
Primer zanni (de las ideas) es "el que genera intrigas". Pelador, inescrupuloso, maquiavélico a veces, es quien sabe hacer todo tipo de oficios. Representa al cínico. A todos adula mientras piensa en como sacarles provecho.

SERVETTAS (COLOMBINA)
Astutas, representan a las mujeresbonitas e inteligentes.
Seductoras, siempre consiguen que los babosos zannis les hagan la pega y son las que funcionan en complicidad con el público.
Colombina es la servetta con más status, pues es la dama de compañía de su ama. Se trabaja con la idea de una paloma.

ENAMORADOS
Están enamorados del amor. Vanidosos, siempre esperan al príncipe azul y son incapaces de ver que lo tienen al lado. Preocupados en exceso por el día en que consumarán el amor, revisan sus posturas y su look, la pureza de sus sentimientos, su poesía, pero siempre mirando el horizonte y no la realidad tangible.